La semana en la que ayunamos fe

Recuerdo las Semanas Santas de mi niñez, transitaban entre peregrinaciones, atunes y películas llenas de santos, romanos y egipcios. Las calles parecían parte de pueblos fantasmas, los locales comerciales cerrados así como los restaurantes, parecía que la gente sólo salía de sus casas en el momento de las misas y las procesiones. Hoy 25 años más tarde nada me parece más laico que una Semana Santa en Costa Rica.

La Cuaresma es un tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia y se lleva a cabo con la práctica del ayuno y la abstinencia, pero según datos de la Caja Costarricense del Seguro Social, en Costa Rica la Semana Mayor es una de las semanas donde más gente asiste a los centros médicos a causa de intoxicación o malestares estomacales debido al exceso de comida y licor que consumen en estos días de “reflexión”. Se multiplican los panes, los pescados, la sardina en lata, la empanada de chiverre, el arroz con leche, el “tapis” y del ayuno “si te vi ni me acuerdo”.

La vida transcurre prácticamente con normalidad, no hay lugares cerrados, sólo horarios especiales. A los que les toca trabajar en estos días puede ser que les incomode la situación, y no precisamente porque se pierdan la oportunidad de ser Caballeros del Santo Sepulcro, sino porque no podrán disfrutar de las “vacaciones” como los demás mortales. La “Ley Seca” parece que pasó a la historia, por lo menos en 51 de los 81 cantones del país, claro me parece lo más sensato, ya que las cantidades de “guaro” que las personas compraban en vísperas de que la municipalidad llegara a sellar, bares, cantinas y neveras eran de dimensiones épicas, por lo que el cometido venía siendo en vano.

Las calles en el Valle Central siguen luciendo vacías pero es debido al éxodo de fieles al sol, la arena y la playa. Para los abuelos meterse al mar en Viernes Santo era condenarse a convertirse en pez, ahora puede parecer bastante absurdo pensar en un castigo divino por divertirse “sanamente”, lo que no es irreal son las 25 muertes por accidentes de tránsito y ahogados que se contabilizaban a partir del Domingo de Ramos hasta el Sábado Santo.

El problema no es hacer una carne asada el Viernes Santo o ver la Última Tentación de Cristo en vez de ser parte de las actividades organizadas por la Iglesia, para mí el problema es que nos “agarremos” de la Pasión de Cristo con el pretexto de unas “merecidas vacaciones”.

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